martes, 7 de febrero de 2012

Un sestercio de Nerón en un retrato renacentista,

Locus communis es la pasión humanística por las monedas romanas, por las vastas colecciones, sobre todo de sestercios, ante la majestuosa representación escultórica que en los sestercios desfilan como triunfos, como una galería en bronce, multiplicada por miles... y que en los siglos XV y XVI no era tan ardua de formar. Las monedas eran halladas cotidianamente por los labriegos y ya en ese entonces se había estabecido una red de astutos anticuarios que las compraban por su mismo peso en moneda circulante, y luego inflaban las cifras al traspasárslas a los grandes señores deseosos de emularse en sus monedarios, lo cual reportaba grandes ganancias a estos pioneros marchands numismáticos. Otros señores ya había estabecido leyes que disponían, bajo severos castigos, que todo hallazgo de tsoros en moneda descubierto en sus campos debía serles entregado, a cambio de lo cual los aforunados que hubieranexhumado las monedas recibían jugosas recompensas.

He tenido ocasión de asistir a esta pasión por las monedas antiguas en mi vasta traducción de los Jeroglíficos de Pierio Valeriano, donde se menciona con mucha asiduidad la importancia simbólica que en las imágenes entrañan los cuños de las monedas griegas y romanas.

En ese libro se puede apreciar la pasión por los objetos antiguos, y por las monedas en especial que quitaba el sueño a los eruditos del Renacimiento.

Pero en un caso, el orgullo por poseer determinada pieza de algún emperador, o por mostrar el deseo de sentirse partícipe en la fila de eruditos humanistas abocados a coleccionar reliquias de la Antigüedad, quedó plasmado en un célebre retrato que, no por muy conocido quiero preterir aquí, sino que me interesa rescatar dicha pintura y subrayar lo que creo que es el mensaje simbólico que oficia el encargar un retrato sosteniendo, com si se tratase de una piedra preciosa, de una moneda romana, específicamente un sestercio del emperador Nerón.

La minuciosidad con que el sestercio ha sido delineado por el pintor, Hans Memling, trasluce un interés cuidadosamente expresado por el noble retratado para que así fuese, y de este modo dejar igual de nítido que dicho sestercio el mensaje de que su poseedor pertenecía a la prestigiosa élite de los cultivadores del Renacimiento, como admiradores de toda manifestación y vestigio que de él pudieran hallarse y atesorarse... en este caso, un extremadamente bien conservado sestercio neroniano.


La pieza, por su diámetro, sólo puede ser un sestercio, veamos una imagen detallada de la misma:

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